En la coyuntura actual, Colombia se debate entre la esperanza de una promesa de futuro y el fatalismo que le impone el lastre de su pasado. El entusiasmo que puede despertar la posibilidad de imaginar una sociedad sin conflicto armado, se ve opacado por la implacable realidad de males sociales naturalizados, cuyas raíces se pueden intuir en una corrupción atávica que se ha expandido hasta alcanzar las instituciones aparentemente más honorables de nuestro orden social. Si bien es comprensible que este panorama genere en muchas personas escepticismo y temor frente a lo público y las lleve a buscar refugio en lo privado, como único lugar posible de realización personal, por fortuna no logra paralizar todas las fuerzas sociales. Para un buen número de sujetos y colectivos es cada vez más claro que muchos de los inocultables problemas que nos aquejan conjuntamente no se pueden resolver por la sumatoria de soluciones privadas esporádicas y que tampoco pueden esperarse ya soluciones providenciales desde “arriba”, de un aparato estatal que no solo ha estado desvinculado históricamente de la sociedad real, sino que incluso allí donde trata ahora de “modernizarse” se enfrenta a una complejidad que lo desborda y pone en evidencia el agotamiento de sus recursos cognoscitivos, organizacionales, comunicativos y de legitimidad.
La construcción y defensa de lo público demandan una ciudadanía activa, que logre vincular las iniciativas de diferentes actores sociales. Lo que en este sentido nos muestra una diversidad de procesos actuales, tanto de resistencia como de naciente gobernanza, es que el concepto de ciudadanía ha dejado de percibirse como algo exclusivo de la ciencia política, la sociología o la filosofía del derecho, pues, más allá de la importante consagración de derechos, la condición de ciudadanía nos habla hoy de dinámicas de constitución subjetiva, de creación de identidad colectiva y de búsquedas de afirmación existencial por vías diferentes a las de la acumulación y el consumo. De allí que, tratándose de una dimensión fundamental para la comprensión del individuo contemporáneo, la ciudadanía no puede ser ajena a una psicología postpositivista.
Fueron estas reflexiones las que llevaron al grupo de Investigación en Desarrollos Humanos, Educativos y Organizacionales, DHEOS, de la Universidad Piloto de Colombia, a realizar en el mes de septiembre de 2013, el Foro Construcción de nuevas ciudadanías: un diálogo de la Universidad con la sociedad. Nuestra invitación tuvo una nutrida respuesta de actores de la academia y organizaciones sociales, que durante tres días discutieron sobre sus experiencias y perspectivas en esta problemática actual. Nos complace, entonces, presentar en este número de Con-textos las primeras memorias del evento, esperando que algunas intervenciones faltantes puedan ser recogidas en una futura edición de la revista. Como cierre, incluimos un artículo de reflexión de una de nuestras estudiantes sobre la pregunta lanzada en su momento en el Programa de Psicología, acerca de por qué y cómo hablar de ciudadanía desde la psicología.
Fernando García-Leguizamón
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